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Que Clash of the Titans (Furia de Titanes) fue repudiada por muchos no es ningún mito. El principal motivo fue su 3D, ya que una pésima postconversión a último momento se sintió como una movida deshonesta de parte de Warner Bros. Pero la película en sí tampoco ayudó, teniendo en Sam Worthington a un protagonista sin carisma, una trama sin sentido y diálogos lamentables.

Lo mejor en nuestra opinión fue ver a Liam Neeson interpretando a Zeus y declarando la famosa línea “Release the Kraken!”, uno de los monstruos más espectaculares de la era CGI. En su momento bromeamos en un podcast con que volveríamos al cine solamente para ver un spinoff de dicha criatura, al estilo “The Kraken goes Hollywood”.
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Rompimos nuestra promesa. Y también los realizadores y los actores, al asegurar en reiteradas ocasiones que Wrath of the Titans sería “MUY superior a la primera”. Sí hay mejoras, pero varias carencias se mantienen. Es increíble que con tanto dinero no consigan libretistas de alto calibre que puedan conectar al público con las situaciones y personajes. Digan lo que digan de Avatar, sufrimos con los Na’vi y nos deleitamos cuando el belicoso Coronel Quaritch tiene su merecido.

El único acierto en ese sentido es el drama familiar: Zeus (Liam Neeson) es secuestrado por su hermano Hades (Ralph Fiennes) en el inframundo para lograr liberar a Cronos, el titán que los produjo. El dios de la guerra Ares se une a Hades en contra de su padre, motivado por los celos contra su medio hermano Perseo (Sam Worthington).

El irlandés y el británico elevan este material, tremendamente alejado de la Lista de Schindler. Pero ambos saben en el fime que están y disfrutamos de verlos jugar en este recreo de su dramas habituales. El que tengan más tiempo en escenas es ya un punto a favor en relación a la anterior.

El venezolano Édgar Ramírez hace un muy buen trabajo, demostrando versatilidad y presencia escénica. Su Ares ayuda a humanizar al poco expresivo personaje de Worthington. El australiano está más despierto que en la primera pero no llega a demostrar una gran mejora, como sí lo hizo en The Debt.

Los personajes nuevos fallan miserablemente en sus intentos de aportar la cuota de humor (Agenor y Hephaestus) y romance (Andromeda). Pero al menos no molestan, como la mayoría de los habitantes no robóticos del universo Transformers.

En Ira de Titanes los humanos son secundarios. Este el show de las criaturas, traídas caprichosamente de todos los rincones de la mitología griega: Los cíclopes, la Chimera y los demoníacos Makahi están excelentemente diseñadas e integrados con el entorno real. El Minotauro debe estar enojado con su agente, ya que al ser despachado tan rápido lo suyo termina siendo un cameo.

Pero lo que paga la entrada es el único Titan de la película -algunos de los monstruos mencionados son engendros, pero no los antiguos dioses que reinaron antes de los olímpicos- el monumental Cronos. El Kraken parece la tortuga Manuelita en comparación ha este gigante volcánico, que riega lava a diestra y siniestra.

En 3D, Furia de Titanes 2 potencializa sus impresionante secuencias. Un olvidable festín para los sentidos, recomendable para quienes estén dispuestos a bajar sus expectativas en materia narrativa, y a perdonar a Hollywood por hacer otra ensalada con ingredientes mitológicos.

Los dioses y monstruos llegaron al cine el 30 de Marzo pasado (fecha de estreno en Estados Unidos).

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