Crítica de ‘Gotham’ Episodio 1: La Bestia Urbana Empieza a Rugir El capítulo piloto de “Gotham” cumple con la formulación básica del inicio de una serie procedimental. Presenta personajes y esboza algunas situaciones que se desarrollaran más adelante junto a otras que irán apareciendo en futuros capítulos. Se trata de un primer capítulo breve, no tiene minutaje extra por ser el comienzo, y creo fervientemente que, en este escaso tiempo, Bruno Heller y Danny Cannon han construido un episodio sólido que funciona como declaración de principios. El reto para los creadores es mantener y aumentar el interés del público por una propuesta que cuenta con una ventaja importante: el seguimiento acérrimo de los fans del subgénero de superhéroes y del universo DC en particular. Heller y Cannon son conscientes de ello y saben que ese núcleo de espectadores será estable a lo largo de la temporada. Por todo ello, se percibe una clara intención de conquistar a otro tipo de público más generalista. Y este argumento de origen es ideal para conseguirlo. No hay que engañarse. Como serie procedimental de una cadena generalista, “Gotham” es prisionera del formato. Al igual que ocurre en Arrow, el montaje del episodio responde a las clásicas paradas, in crescendo dramático, para coincidir con los anuncios publicitarios. Eso le puede restar, en ocasiones, fuerza en su apuesta por un tono serio y contundente que, sin embargo, se ve salpicado por las interrupciones en momentos de tensión. Pero más allá de este imposición formal, tengo una opinión favorable sobre los preceptos y objetivos del show. En primer lugar, dispone de una puesta en escena muy lograda. La representación de la ciudad nos recuerda a los mejores cómics del murciélago: es dura, oscura, poco reciclada en la era post-industrial, y aporta una atmósfera opresiva, tétrica, que incluso recuerda a la estampa de la “ciudad sin nombre” de Seven (1995). Bruno Heller, entre cuyos éxitos figuran Roma (HBO) y El Mentalista (CBS), ha apostado por un tono de relato criminal con tintes neo-noir. Y eso es un acierto total. No solo se respeta el ambiente oscuro que debería presidir un proyecto de este tipo sino que esa penumbra inunda a todos los personajes y situaciones; no es simplemente un contexto general. Hay que alabar, por tanto, el nivel de contundencia y violencia que la sitúa en la línea de la colección Gotham Central. En este ambiente de penumbra, poblado por personajes necios y corruptos, es importante la figura de Jim Gordon. En esta precuela, empezamos a verle como detective de homicidios de la GCPD. No hace mucho que ha vuelto a la ciudad. Sabemos que tiene experiencia militar y ha combatido en situaciones de guerra. Los valores que son intrínsecos en él (honorabilidad, integridad, incorruptibilidad, justicia con manos limpias) parecen estar fuera de lugar en el entorno que le ha tocado vivir. Y, en cuanto a la narrativa, esa “unidimensionalidad” que muchos critican, es absolutamente imprescindible para que el espectador tenga un valor seguro al que agarrarse. En este sentido, la interpretación de Ben McKenzie es uno de los grandes aciertos de la serie. Su sobriedad y expeditividad son valores que aportan confianza. El Gordon de “Gotham” vendría a ser una mezcla entre el boy scout clásico y Frank Serpico. También brillante resulta la presencia de Donal Logue como Harvey Bullock. Un contrapeso al personaje de Gordon que destaca exactamente por lo contrario. Bullock es un veterano superviviente del ritmo que marca la ciudad. Sabe impartir justicia pero se ha adaptado al entorno y se mueve en una escala de grises, anteponiendo el realismo a los ideales que tuvo en sus inicios. La relación entre ambos supera la “buddy-movie” tradicional porque no se prevee entre ellos una conexión especial sino una colaboración profesional, surcada siempre por la duda y el recelo. Disponiendo del rico universo DC relacionado con Batman, Bruno Heller y su equipo de guionistas disponen de un campo abierto para experimentar. Ya hemos conocido a algunos de los personajes clave en el futuro y, por el momento, destaca poderosamente Robin Lord Taylor en su recreación de Oswald Cobblepot. Habrá que seguir con atención sus movimientos pero, en principio, es un intérprete que parece capaz de dotar al personaje de un gran abanico de matices. El único personaje creado originalmente para la serie es “Fish” Mooney (Jada Pinkett-Smith). Esto ofrece una serie de libertades creativas que será interesante explorar. Pinkett está capacitada para ofrecer grandes momentos dramáticos puesto que irradia poder y crueldad a partes iguales. Sabemos que está a las órdenes de Carmine Falcone, ferviente defensor de una máxima: “sin ley y orden no puede existir el crimen organizado”. John Doman cumple a la perfección en la caracterización de un capo veterano al que muchos quieren destronar por considerarlo anticuado. Pero ¿tendrán sus rivales la capacidad para derrocar a alguien cuya experiencia le sitúa siempre dos pasos por delante? La ciudad de Gotham no ampara a nadie. El peligro acecha en cada esquina y en pocas personas puedes confiar. Ni siquiera las élites de la ciudad pueden estar seguras tras el magnicidio de Thomas y Martha Wayne. Su muerte a manos de un asesino solitario deja huérfano a un niño de doce años que irremisiblemente ha visto su vida truncada. Haber presenciado un acto de esta crueldad, tan directamente, ha dejado dentro de él la semilla de la tragedia, la tristeza, y la sensación de indefensión. Una semilla que irá germinando en su interior impulsándolo más allá de la simple venganza. En este sentido, hay que valorar la interpretación del joven David Mazouz. Es, sin lugar a dudas, el niño que mejor ha interpretado a Bruce Wayne de cuantos hemos visto hasta ahora en las pantallas. Y lo mejor es lo que promete, de cara al futuro, cuando se siga profundizando en su psique torturada. Como decía antes, “Gotham” tiene un reto potente y mucho que cumplir para no decepcionar al público. Es de esperar que los elementos más interesantes se irán desgranando progresivamente para mantener la tensión. Hay precedentes de todo tipo en este tipo de proyectos. Los más exitosos los representan Smallville y Arrow. Pero “Gotham” ha arrancado más fuerte que la longeva serie sobre los inicios de Kal-El y la galería de personajes es más atrayente que la de Arrow. Esperemos que las piezas se junten convenientemente y al final de temporada podamos redactar una valoración positiva.